Por ley
natural nuestra vida espiritual será una continuación de la creencia religiosa
de nuestros padres, ellos nos iniciarán y encaminarán hacia el conocimiento
espiritual que adoptaremos, y tal vez
practicaremos durante el resto de nuestra vida.
En su
crecimiento espiritual, el ser humano, cuerpo y espíritu, puede sentir la
necesidad de llenar algún vacío interior. Para llenar ese vacío buscará respuestas o valoración de
conocimientos ya adquiridos, en otras creencias, corrientes filosóficas,
escuelas místicas, religiones diferentes
e incluso en variaciones de su propia religión. Encontrará muchos caminos a seguir, podrá
iniciarse en otras creencias y cultos que se identifiquen más con su propio ser
interior, conocimientos, prácticas o
explicaciones más acordes con su vibración espiritual.
En el
mejor de los casos, mientras más amplia sea su búsqueda, mientras más
iniciaciones reciba, encontrará una sola respuesta que puede llenar sus expectativas,
que dará paz a su espíritu:
“La mejor
iniciación que recibamos, en cualquier enseñanza, será aquella, que nos acerca más a Dios, a la divinidad, o
como quieran llamarle, aquella que nos convierta en un mejor ser humano, en una
mejor persona y que exalte lo divino que habita en cada uno de nosotros”.
L.
CEDEÑO S.
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