lunes, 28 de enero de 2013

SONREIR


Definir la sonrisa como “La expresión de un sentimiento a través de un movimiento facial” resulta una descripción triste, precaria para una manifestación hermosa, sobre todo cuando proviene de nuestro interior de manera franca y espontánea. Cuando vemos, escuchamos o percibimos algo de nuestro agrado, la reacción ante qué o quién nos inspira,  motiva inmediatamente que entren en acción nuestras endorfinas y nuestro cerebro. 
Podemos decir que la sonrisa es una de las manifestaciones más bellas del ser humano, porque cuando es sincera irradia belleza, es como un destello directo del corazón.  La sonrisa refleja cualidades como la afabilidad, la amabilidad o la cordialidad, entre otras.  Es tan pura, que de acuerdo a científicos, desde antes de nacer, en el vientre materno, ya sonreímos.  
Grandes Maestros, filósofos y escritores  se han detenido a expresar sus apreciaciones personales sobre la sonrisa:

·         Necesitamos 40 músculos para fruncir la frente y sólo 15 para sonreír – Swami Sirvananda
·         No importa que estés triste, una sonrisa es más que la tristeza de no sonreír.  Anónimo
·         Hay sonrisas que no son de felicidad, sino un modo de llorar, con bondad – Gabriela Mistral
·         Nunca des una espada a alguien incapaz de sonreír y bailar   - Confuccio
·         Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa, que con la punta de una espada  - William Shakespeare
  •   Nunca dejes de sonreír, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa   - Gabriel García Márquez

La sonrisa es mágica porque no necesita idiomas, transmite de manera instantánea.  Su poder es tan grandioso que vemos cómo los  asesores de imagen “enseñan a sonreír” a los actores de cine, políticos o cualquier figura pública. Una sonrisa puede ser recordada para siempre, no importa si es amplia o enigmática…  Para muestra, “La Gioconda”. 

Alguien describió la sonrisa, como la canción silenciosa de los planos sutiles, porque al sonreír, como  cuando oras,  te acercas a la divinidad, armonizando el entorno.  La sonrisa rejuvenece pues libera vibraciones positivas que llegan a todos los músculos faciales.

Al despertar cada mañana podemos inhalar profundamente, exhalar y sonreír, dando gracias por el nuevo día.  Es posible que esa sonrisa perdure durante todo el resto del día…   Una sonrisa es la más grande y reveladora manifestación de nuestro sentir, que podemos transmitir y regalar a los demás.  Una sonrisa podría ser el arma sutil para derrumbar el más infranqueable muro entre dos personas.

L. Cedeño S.

miércoles, 23 de enero de 2013

CONVIVIR


Convivir
En los primeros años de vida vagamos sin un propósito determinado en lo referente a nuestra relación con las personas que nos rodean.  Es en el entorno familiar, cada vez más reducido, pues las familias tienden a ser menos numerosas, donde vamos a recibir las primeras nociones de educación, valores y principios éticos y morales. Es donde  por primera vez  estaremos expuestos a sentimientos como la compasión, la sensibilidad, el amor fraternal, la tristeza o la felicidad, entre otros.  Inevitablemente surgirá  la necesidad de relacionarnos con otros seres humanos fuera del entorno familiar.  Entraremos entonces en un mundo de “compartir” con los compañeros de escuela, quienes podrían llegar a ser los futuros amigos,  profesores, personas extrañas que entrarán en nuestra vida y  necesariamente tendremos que aceptar como parte de nuestro día a día, enseñándonos otras emociones. Conoceremos la competencia, los celos,  la crueldad, la frustración, la afinidad con cierto tipo de personas, etc.  Desde la temprana edad, la vida ya nos está preparando,  para recorrer el largo camino de conocer y compartir con diferentes personas, en diferentes círculos de las  etapas de la vida,  para enfrentar la parte más difícil e indispensable que deberemos aprender y trabajar hasta el fin de nuestra existencia:  “Convivir con las demás personas”.
Convivir con los demás inevitablemente nos zambullirá en la vida misma, porque la convivencia implica no sólo compartir un espacio, sino también aplicar el aprendizaje básico que traemos desde la niñez, como es el respeto a las normas y el  cumplimiento de las responsabilidades que se derivan de cada actividad que realizamos. Convivir implica enfrentar la vida con las herramientas que tengamos, la capacidad para manejar situaciones cotidianas, roces, conflictos menores, que incidirán directamente en el desarrollo y madurez que necesitamos para el buen  desenvolvimiento de nuestra vida adulta.
Relacionarnos, convivir con los que nos rodean, en el hogar, el trabajo y especialmente en la relación de pareja (donde convivir es una responsabilidad por encima del amor) requiere un mínimo de humildad, amabilidad,  educación, cultivar día a día la tolerancia, tratando de fomentar la armonía y la comprensión, entendiendo que “cada cabeza es un mundo” aceptando a los demás como son, aceptando que nadie cambia a nadie, que podemos tener perspectivas diferentes, muchas veces hasta por idiosincrasia, porque somos únicos… Cierto que,  en ocasiones tendremos que respirar muy profundamente, ondear el capote, pasando la más emocionante verónica, guardando sólo para nosotros un asombroso  OOleee!!!
Dicen diferentes doctrinas que la convivencia y la vida en general, sería  muy sencilla si todos aplicáramos la regla de oro universal que reza:   “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti “.   Saber convivir es el factor más importante para alcanzar el ambicionado estado de sosiego, la ansiada felicidad, el esperado bienestar que a veces tarda en llegar, y sobre todo,  la imprescindible salud mental, espiritual y física, elementos primordiales para nuestra calidad de vida.    Al final, el éxito de la convivencia se reduce a cultivar desde la niñez dos valores básicos: Educación y Respeto al prójimo.

L. Cedeño S.

viernes, 18 de enero de 2013

VIDA



Una corta palabra que escuchamos o pronunciamos a diario y en cuya definición no se ponen de acuerdo científicos, poetas, matemáticos y religiosos pues así como depende del crisol con que se mira, también depende de cada individuo…  En lo que sí estamos de acuerdo es que es un proceso de nacer, crecer, reproducción hacia nuevas generaciones, evolución por aprendizaje individual y muerte.  Escuchamos la palabra vida como un genérico y lo es en el buen sentido de la palabra porque todo lo que nos rodea, conlleva el aliento divino.

Nos colocan en este mundo para vivir nuestra  “vida individual”  sin un manual de instrucciones, sólo con una herramienta común, los cánones de conducta transmitidos y heredados de la cultura de nuestros padres y la sociedad donde experimentaremos  las diferentes etapas que harán de cada individuo lo que  espera de él en el mundo de hoy: Un hombre de bien, que tiene que educarse y competir en muchos escenarios para ser exitoso.  Un ser humano que al final compartirá el deseo común de la humanidad: El bienestar en todos los aspectos de su vida… El resumen de la vida, que llamamos La Felicidad.

Durante toda nuestra existencia, en diferentes círculos de personas y diferentes circunstancias, estaremos interactuando con  distintas personas de las cuales aprenderemos o a las cuales daremos enseñanzas.  Transitamos por el mundo, recorriendo o inventando caminos, viviendo nuestros aciertos y desaciertos, en ese eterno presente, mirando hacia un futuro que aún no llega y un pasado que simplemente ya pasó,  tratando de descifrar lo que llamamos destino y alcanzar la meta final de Bienestar y Felicidad.

Despertamos un día y vemos que, lo que llamamos vida es un conjunto de altibajos y experiencias muchas veces repetitivas pues los eventos pueden ser recurrentes en nuestro alrededor y aunque no podamos evitarlos  sí podemos no repetir la experiencia cambiando nuestra manera de reacción y acción frente a éstos.    En ese despertar descubrimos que el “Nunca jamás” no existe, como tampoco existe el “Para siempre”. A partir de ese momento podemos limpiar nuestro entorno, borrar todo aquello que sabemos lastima o simplemente no nos sirve de nada, dar gracias por las experiencias y el aprendizaje que nos ha dejado, dejando que entre a nuestro interior un rayito de luz.  

Es sano para nuestro cuerpo físico y nuestro interior aprender a vivir la vida presente de la mejor manera posible, continuando la interacción con todo lo que nos rodea, pues en estos tiempos es difícil convertirse en monje o ermitaño y aislarnos del mundo exterior, sigamos aprendiendo, extendiendo y disfrutando al máximo cada momento feliz, buscando un momento de brillo a cada día… Es entonces cuando no nos importará si procedemos de la sopa biológica o si somos polvo de estrellas.  Vivamos de la mejor manera posible, esta vida, la que vivimos ahora!


 L. CEDEÑO S.