viernes, 5 de septiembre de 2014

A LA LUZ DE LAS VELAS

Desde su origen, el hombre ha buscado disipar las sombras y la oscuridad, tanto en el plano físico, como en el plano espiritual.  Las velas, han sido fieles compañeras del ser humano, evolucionando conjuntamente con él.


Sobre la elaboración de las velas, como las conocemos hoy, se tienen datos  desde la civilización etrusca y el  antiguo Egipto, cuando se reemplaza la antorcha originaria de sebo ovino o vacuno.  Hacia el Siglo I de la era cristiana, durante el imperio romano, se utilizan ya en palacios, casas y templos.  En el Siglo XVII el sebo es reemplazado por cera de abejas, convirtiendo las velas en un artículo de primera necesidad muy cotizado, a pesar de tener un costo tres veces mayor que una vela de sebo.  Este nuevo producto, de combustión más limpia, llama más brillante, aroma y diseño más atractivo, crea un enorme mercado desde oriente,  que se vuelve muy popular entre la clase adinerada de Europa.  En el Siglo XVIII se elaboran por primera vez las velas aromatizadas, especialmente con esencia de laurel. Las velas de parafina aparecen en 1850, a partir del refinamiento de petróleo. En el Siglo XIX dejan de ser artesanales y por primera vez se producen las velas en una maquinaria.

Conocimientos antiguos describen el misticismo de las velas haciendo referencia a los diferentes planos: El cuerpo de cera representa el plano físico, la mecha representa el plano mental y la llama representa el plano espiritual.


Antiguas creencias atribuyen fuerza espiritual al color de las velas:  

Azul: Honor, lealtad, paz, tranquilidad, protección durante el sueño, verdad y sabiduría.

Blanco: Clarividencia, meditación, paz, verdad, curación, consagración, adivinación.  Es el color por excelencia para la espiritualidad.

Rojo: Amor pasional,  fertilidad, fuerza física, venganza, magnetismo, fuerza de voluntad.

Verde: Salud, prosperidad en el dinero, fertilidad, éxito, contrarresta los celos y la envidia, atrae la buena suerte.

Rosado:  Amor espiritual y verdadero, feminidad, amistad, cordialidad.

Amarillo:  Confianza, atracción, persuasión, encanto, sugestión.

Morado:  Protección, curación espiritual, desórdenes psíquicos.

Negro: Rituales de despojos, maleficios.  Solo usadas por magos.

Plateado:  Estabilidad, eliminar negatividad, atraer vibraciones positivas
.
Dorado:  Honor, popularidad, atracción de poderes cósmicos
.
Naranja:  Vibraciones positivas, cambios en el hogar, energía física.

Marrón: Concentración, telepatía, encontrar objetos perdidos, protección de la familia y mascotas.

El ser humano siempre ha buscado establecer comunicación con lo divino, utilizando en sus rituales los cuatro elementos: Agua, fuego, aire, tierra.  En todos los altares de diferentes creencias, en palacios y templos ha estado presente el elemento fuego, a través de las velas, u otra representación, bien sea como ofrenda, adoración o agradecimiento.  En muchas religiones se utilizan los cirios en sus más importantes ceremoniales, como en la religión Católica, donde el cirio bautismal representa el compromiso como cristiano de llevar la luz de Cristo a todo el mundo. Otras religiones tienen también  simbolismos muy especiales relacionados con las velas y cirios.

Al encender una vela con un propósito determinado, debemos interiorizar nuestra devoción, teniendo presente que desde  el plano físico su luz se abre camino entre las sombras y la oscuridad.  Igualmente, su luz expande vibración positiva penetrando a planos más sutiles para traer nuestros deseos al plano de la manifestación. 

Cuando encendamos una vela en nuestro hogar para compartir en familia o en grupo con amigos, y especialmente si la encendemos individualmente, con  un propósito especial, recordemos que debe encenderse con una cerilla de madera y apagarla con los dedos.  Las velas de adoración u ofrendas, petición de deseos o agradecimiento nunca deben soplarse para apagarlas.
   
Decorativas, o ritualistas las velas embellecen los espacios con sus colores, variedad de diseños, esencias y aromas, aportan ese halo de calidez, intimidad  y romanticismo del elemento fuego, envolviéndonos con su luz y vibraciones positivas.

L. CEDEÑO S.


No hay comentarios:

Publicar un comentario