Desde su origen, el
hombre ha buscado disipar las sombras y la oscuridad, tanto en el plano físico,
como en el plano espiritual. Las velas,
han sido fieles compañeras del ser humano, evolucionando conjuntamente con él.
Sobre la elaboración de
las velas, como las conocemos hoy, se tienen datos desde la civilización etrusca y el antiguo Egipto, cuando se reemplaza la
antorcha originaria de sebo ovino o vacuno.
Hacia el Siglo I de la era cristiana, durante el imperio romano, se utilizan
ya en palacios, casas y templos. En el
Siglo XVII el sebo es reemplazado por cera de abejas, convirtiendo las velas en
un artículo de primera necesidad muy cotizado, a pesar de tener un costo tres
veces mayor que una vela de sebo. Este
nuevo producto, de combustión más limpia, llama más brillante, aroma y diseño más atractivo, crea un enorme mercado
desde oriente, que se vuelve muy popular
entre la clase adinerada de Europa. En
el Siglo XVIII se elaboran por primera vez las velas aromatizadas, especialmente
con esencia de laurel. Las velas de parafina aparecen en 1850, a partir del
refinamiento de petróleo. En el Siglo
XIX dejan de ser artesanales y por primera vez se producen las velas en una maquinaria.
Conocimientos antiguos
describen el misticismo de las velas haciendo referencia a los diferentes
planos: El cuerpo de cera representa el plano físico, la mecha representa el plano
mental y la llama representa el plano
espiritual.
Antiguas creencias
atribuyen fuerza espiritual al color de las velas:
Azul: Honor, lealtad, paz,
tranquilidad, protección durante el sueño, verdad y sabiduría.
Blanco: Clarividencia, meditación,
paz, verdad, curación, consagración, adivinación. Es el color por excelencia para la
espiritualidad.
Rojo: Amor pasional, fertilidad, fuerza física, venganza,
magnetismo, fuerza de voluntad.
Verde: Salud, prosperidad en el
dinero, fertilidad, éxito, contrarresta los celos y la envidia, atrae la buena
suerte.
Rosado: Amor espiritual y verdadero, feminidad,
amistad, cordialidad.
Amarillo: Confianza, atracción, persuasión, encanto,
sugestión.
Morado: Protección, curación espiritual, desórdenes
psíquicos.
Negro: Rituales de despojos,
maleficios. Solo usadas por magos.
Plateado: Estabilidad, eliminar negatividad, atraer
vibraciones positivas
.
Dorado: Honor, popularidad, atracción de poderes
cósmicos
.
Naranja: Vibraciones positivas, cambios en el hogar,
energía física.
Marrón: Concentración, telepatía, encontrar objetos
perdidos, protección de la familia y mascotas.
El ser humano siempre ha buscado establecer
comunicación con lo divino, utilizando en sus rituales los cuatro elementos:
Agua, fuego, aire, tierra. En todos los
altares de diferentes creencias, en palacios y templos ha estado presente el
elemento fuego, a través de las velas, u otra representación, bien sea como
ofrenda, adoración o agradecimiento. En
muchas religiones se utilizan los cirios en sus más importantes ceremoniales,
como en la religión Católica, donde el cirio bautismal representa el compromiso
como cristiano de llevar la luz de Cristo a todo el mundo. Otras religiones
tienen también simbolismos muy
especiales relacionados con las velas y cirios.
Al encender una vela con un propósito
determinado, debemos interiorizar nuestra devoción, teniendo presente que desde
el plano físico su luz se abre camino
entre las sombras y la oscuridad.
Igualmente, su luz expande vibración positiva penetrando a planos más
sutiles para traer nuestros deseos al plano de la manifestación.
Cuando encendamos una vela en nuestro hogar para compartir en familia o en grupo con amigos, y especialmente
si la encendemos individualmente, con un
propósito especial, recordemos que debe encenderse con una cerilla de madera y
apagarla con los dedos. Las velas de
adoración u ofrendas, petición de deseos o agradecimiento nunca deben soplarse
para apagarlas.
Decorativas, o ritualistas las velas
embellecen los espacios con sus colores, variedad de diseños, esencias y
aromas, aportan ese halo de calidez,
intimidad y romanticismo del elemento
fuego, envolviéndonos con su luz y vibraciones positivas.
L. CEDEÑO S.
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