Esta
es una frase que nunca había escuchado, tal vez por eso se quedó dando vueltas
y vueltas en mi mente por varios días; algo no entendía, algo no encajaba en
esa expresión… Me invadió un profundo sentimiento
de compasión mi interpretación de
“Perdónenme por ser feliz”, cuando comprendí que la palabra “perdónenme” era el
motivo de mi inquietud. Sentí que ese “perdón” encerraba un dejo de tristeza, melancolía,
egoísmo y culpa. Comprendí que quien tiene que pedir perdón por ser feliz
indudablemente está sacrificando algo, está afectando a terceros.
Volví a llenar mi mente de nuevas preguntas, como:
¿se puede llamar felicidad a una situación por la que pides perdón? ¿vale la
pena el motivo de ese sacrificio? ¿Cuánto tiempo crees que durará esa “felicidad”
que a la vez te llena de culpa? En cualquier situación que sientas que tienes
que usar la palabra “perdónenme” ciertamente estás sintiendo culpa.
La
felicidad, como ha querido concebirla el ser humano, nunca será completa, pero
el solo hecho de expresar “perdón” por ser feliz ya resta felicidad, implica un
egoísmo consciente. Ser feliz es un
derecho que debemos buscar y disfrutar, siempre que esa felicidad no lastime, no
atropelle, no afecte a nadie, y sobre todo, no te pase factura en el futuro, no
te cierre puertas, no te embarque en un viaje sin ticket de regreso.
LILA
CEDEÑO