Desde niños, aún antes de rezar nuestras propias oraciones, escuchamos, asimilamos el “Amén” de manera natural y casi rutinaria. De origen hebreo, la palabra “Amén” ha sido traducida como “así sea”, “así es” o “así será”. Un dato curioso es que el “Amén” no es utilizado solo en el cristianismo; también se usa en el islam y el judaísmo.
El “Amén” ha sido concebido como la manera perfecta para terminar una plegaria, porque reafirma nuestra fe en nuestras oraciones; también podemos decir “Amén” como aceptación a bendiciones recibidas.
Pronunciar un “Amén” al final de nuestras oraciones envuelve una mística de fuerza, credulidad, aceptación y confianza de que “así será”, nos da la certeza de haber conectado con la divinidad.
L. CEDEÑO S.
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