sábado, 27 de febrero de 2016

VIDA ESPIRITUAL HOY


Cada nueva generación aduce que llevar una vida espiritual era más fácil para las generaciones anteriores, cuando la vida era más tranquila, más lenta. 


La espiritualidad, esa conexión con Dios, con lo divino, como queramos llamarlo, nace con el ser humano, es inherente al alma; a lo largo de nuestra vida se cultiva, muchas veces inconscientemente, por tradiciones transmitidas, pero cuando la reconocemos y asimilamos como parte de nosotros mismos crecerá a pasos agigantados y sin detenerse.

Con frecuencia confundimos la espiritualidad con la religión.  Una persona que cultiva su espiritualidad no tiene necesariamente que vivir sumergida en iglesias, templos o volverse ermitaño.  Claro que, poder retirarnos a ese lugar especial soñado, o un monasterio si tuviéramos la oportunidad, sería una gran experiencia espiritual. 

Lamentablemente,  en nuestro tiempo, para el ser humano común el verdadero reto es mantener paz interior,  llevando una vida espiritual paralela a la vida cotidiana, cumpliendo con las exigencias familiares, laborales, económicas y de la sociedad en la cual nos desenvolvemos.

Nuestra espiritualidad empieza todos los días, desde el momento en que despertamos y agradecemos por un nuevo día, por las nuevas energías, por las actividades que habremos de realizar. Diariamente tendremos que tomar decisiones, descubriremos que la vida nos pone trampas que tratarán de distraernos de nuestro camino espiritual, de nuestro plan divino; trampas que deberemos identificar y superar. Cada uno es responsable de su crecimiento espiritual el cual es imposible si no superamos el desafío que representa el materialismo y la falta de sensibilidad del mundo que hoy vivimos.

No establecer límites entre lo que es y lo que no es espiritual, no criticar la manera como los demás viven su mundo espiritual, es parte de nuestro propio aprendizaje, si recordamos que cada ser, de acuerdo con su propio grado de evolución, encontrará la guía, el camino correcto hacia su vida espiritual.

Realizar nuestra vida diaria de la mejor manera posible, cuidar nuestros propios pensamientos, actuar sin afectar, sin lastimar, sin atropellar, sin menospreciar a los demás,  sobre todo verbalmente,  es un desarrollo espiritual; la sensibilidad ante el dolor ajeno, el cuidado de la vida de todos los seres vivientes, de la vida misma del planeta, siempre que podamos hacer el bien sin mirar a quién y sin esperar recompensa alguna, pedir por los que sufren, es una ganancia espiritual.

Agradecer por nuestros familiares, amigos  nuestras actividades, así como  disfrutar nuestros momentos de soledad y felicidad es crecimiento espiritual.


L. CEDEÑO S.

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