“En el centro
de tu ser tienes la respuesta; sabes quién eres y sabes qué quieres”. Lao Tse
“Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque
pone en juego directamente nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y
pasiones. Si uno consigue conocerse a fondo a sí mismo, sabrá comprender a
los demás y la realidad que lo rodea”.
Alejandro Magno
Algunas veces escuchamos decir que el hombre es su peor enemigo. Los sabios dicen que el mejor amigo y aliado
del hombre es el hombre en sí mismo.
Álter ego, del latín, significa "el otro yo", un segundo yo que, se considera distinto en
personalidad a la persona “normal” original. La “normalidad” la determina el número o
porcentaje de individuos que representan un patrón determinado.
La Real Academia Española, de manera amplia y simple, enuncia: “Persona en quien otra tiene absoluta
confianza, o que puede hacer sus veces sin restricción alguna”; “persona real o
ficticia en quien se reconoce, identifica o ve un trasunto de otra”.
Poder decir que nos conocemos a nosotros mismos, que sabemos cómo somos,
lo que realmente nos gusta y nos define es parte de la madurez del ser humano,
un compromiso como ser divino y una ganancia espiritual pues, traerá paz y
armonía a nuestra vida cotidiana.
En nuestro desarrollo como niños empezamos a imaginar personalidades de
un “yo” de fantasía, ya se trate de un súper héroe, una princesa o personaje de
cualquier tipo, un yo que no llegará a asumirse como real, un álter ego que
deberá desaparecer, precisamente para volver a ser ese niño individual en formación,
una persona que irá definiendo preferencias, valores y gustos particulares.
Para algunos, esta segunda
personalidad puede llegar a asumirse como propia, o conservar rasgos de un
álter ego donde ese yo imaginario desplaza total o parcialmente al verdadero,
alargando un proceso que debería siempre
ser transitorio y de ninguna manera permanecer atrapado en la fantasía del ser
humano en la edad adulta.
Interesante el estudio de Anton Mesmer en 1730, utilizando la hipnosis
para “separar” el álter ego, comprobando un patrón de comportamiento distinto
de la personalidad, cuando el individuo estaba en estado de vigilia. El personaje resultante, un personaje producto
de un estado alterado de la conciencia, pero en el mismo cuerpo. Fue la primera vez que se experimentó
seriamente sobre el tema.
En el siglo XIX los psicólogos de la época reconocen por primera vez el
álter ego, describiendo el trastorno de identidad, dejando en manifiesto un
comportamiento que lleva a una doble vida.
En la vida diaria, como diría el controvertido Doctor de una popular
serie de televisión: “Todos mienten”. Nos referimos a la vida común de las
personas, a ese exceso de autoestima, desear o interpretar un papel, a pensamientos, sentimientos, emociones y
acciones que muchos individuos son capaces de dejar aflorar o reprimen hasta la
frustración, solo para presentar una imagen ficticia. Esta lucha siempre estará trazando límites
entre lo que hemos concebido como el bien y el mal. Nos referimos también a situaciones de personas de un álter ego
exaltado, con personalidad aplastante, rayando en la arrogancia y el atropello
hacia los demás, cuando realmente son las personas más infelices, frustradas y
solitarias. Otras, viviendo en el
eterno pasado o en el mundo del futuro; cuando yo sea, cuando yo tenga… Ese
“otro yo futuro” no es más que una fantasía de nuestra mente, un “yo” que
quisiera elegir ser otra persona, aún siento la misma persona, un yo que nos
roba energía, calidad de vida y por supuesto, felicidad.
Actualmente, en las redes sociales, por ejemplo, las personas pueden ser
lo que deseen… algunos llegan a crear conscientemente un álter ego
complementario, un nuevo “otro yo”. De la noche a la mañana, se convierten en
figuras muy populares personas realmente tímidas, otros serán escritores,
fotógrafos profesionales, productores de sus propios proyectos, voceros de
grupos, orientadores, etc., etc.
El Álter ego será siempre la figura preferida de lo incógnito, de la
parte oscura de la naturaleza humana, del anonimato y paradójicamente, un elemento
importantísimo de explotación de nuestros sentidos, adorado por la publicidad,
la política, el cine, la moda, por los
grandes escritores y líderes religiosos.
Un mundo irreal, que se mantiene en la realidad, segunda personalidad,
trastorno de identidad, o como quiera llamársele, un mundo paralelo dentro de
las personas.
L. CEDEÑO S.
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