miércoles, 8 de julio de 2015

MI RELOJ CU-CU DE NÚMEROS ROMANOS


Hay recuerdos de la infancia que se quedan en nuestra memoria, como esta corta anécdota de mi reloj de cu-cu: 


“Siendo niña llegó a nuestra casa un reloj de cu-cu que nos pareció a todos lo más entretenido de la casa.  En los primeros meses de la llegada del reloj, todos los hermanos, mayores y menores, corríamos a colocarnos frente al novedoso artículo, a esperar que se abriera una pequeña puerta por la cual salía un pajarito, que por unos segundos, cantaba su peculiar cu-cu, cu-cu, cu-cu, para esconderse rápidamente en su casita hasta la próxima media hora.

Ninguno de nosotros reparó nunca en los detalles de elaboración, ni en los números que marcaban las horas, solo nos interesaba la casita de la cual salía el simpático y esperado pajarito que cantaba.

En esos días, en una clase de matemáticas, la profesora empezó a enseñarnos los números romanos, hasta el diez.  Gran sorpresa para mí, comparar los números aprendidos, con los números del reloj que colgaba en la pared de mi casa… ¡Había una diferencia! cuanto antes yo tenía que decirle a la profesora que estaba mal; qué emocionante confusión.  Al día siguiente, cuando por fin llega la hora de matemáticas, le digo a la profesora que el número cuatro romano, (IV), que nos enseñó el día anterior, no es igual al reloj de mi casa, que mi reloj tiende cuatro palitos, (IIII).  La profesora se puso muy pálida. En mi percepción de niña no advertí enojo pero si desconcierto e intranquilidad.  Recuerdo que me habló muy bajo, casi en secreto y simplemente me dijo: “Apréndelo de esta manera y no digas nada a nadie”.  Durante los días siguientes no sabía qué pasaba o si había hecho algo mal, sentía como si guardara un gran secreto. Con el tiempo llegué a la conclusión de que ella misma no sabía el por qué y lo olvidé, aunque ya el reloj de cu-cu no me parecía tan alegre”.

Ciertamente, la mayoría de las personas no advierte diferencia alguna en la hora 4, en los relojes de presentación en números romanos, a pesar de haber aprendido desde niños, el IV en números romanos correctamente.

Con los años, mirando relojes emblemáticos en las “enciclopedias”, recordemos que no existía internet, aprendí que en la antigua Europa, incluyendo a los mismos romanos, sustituían en los relojes el número IV, por IIII.  Son innumerables los relojes de monumentos en toda Europa que adoptaron el IIII, en lugar del IV.  Muchos consideran esta práctica como una falta aberrante, pero ahí han estado durante siglos.

Los historiadores narran algunas de las causas probables de este notorio cambio en los relojes, como por ejemplo:

Una teoría se refiere a un hecho ocurrido en Suiza, en el cual un monarca encargó la confección de un reloj, cometiendo el relojero el error de utilizar IIII, en lugar del IV.  De acuerdo con esta historia el artesano fue ejecutado por ese motivo.  En protesta a este hecho, y en homenaje a su colega, los relojeros decidieron seguir utilizando el IIII.

Otra historia se refiere al relojero más famoso hacia el 1370,  Henry de Vick, a quien se le encargó el gran reloj que adornaría la torre del Palacio Real de Francia.  El artista relojero utilizó el IV, correctamente, lo cual fue refutado por el Rey Carlos V.  El artesano argumentó que esa era la forma correcta de representar el cuatro, a lo que el rey respondió: “El Rey nunca se equivoca”.  En la actualidad, el majestuoso reloj fabricado por Vick puede observarse en el edificio, donde hoy se encuentra La Consergerie de Paris, por supuesto, con el cambio exigido por el rey.

Dice el Instituto Británico de Relojería que una razón para utilizar IIII en lugar de IV podría estar relacionada con la estética,  argumentan que los cuatro caracteres, (IIII),  crean simetría visual con el VIII, su opuesto en la esfera. 

Otros argumentos para utilizar el IIII, en lugar del IV:

El IV es más difícil de leer dada su posición en la esfera del reloj, ya que queda casi boca abajo.

El 4 representado como IV podría ser confundido con el 6, (VI), al estar ambos boca abajo.

La superstición decía que el IV corresponde a las dos primeras letras de Júpiter,  el dios romano, (IVPITER en latín), y por lo tanto, podría considerarse como una blasfemia.

A sabiendas de que se trata de un error, los relojes continuaron fabricándose con el símbolo IIII, popularizándose no solo en monumentos y edificios emblemáticos, sino también en relojes de pulsera, relojes de bolsillo, y pared.

La próxima vez que tenga a la vista un reloj con números romanos es muy probable que se detenga a observar si el cuatro es  IV o IIII.

“Con el tiempo, mi reloj de cu-cu desapareció, pero nunca olvidaré la expresión de sorpresa y desconcierto de mi profesora de matemáticas”.



L. CEDEÑO S.

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