En ocasiones nos llega algún material de lectura que nos sirve de tema
de reflexión o nos recuerda situaciones
personales o de allegados. Temas que nos
hablan de amor, desamor, amor real, amor platónico, amores imposibles o de esos
“amores eternos”. Dice un refrán
popular: “Uno nunca se casa con quien había pensado”.
Citemos por ejemplo este escrito de Paulo Coelho:
“Dicen que a lo largo de nuestra
vida tenemos dos grandes amores: uno con el que te casas o vives para siempre,
puede ser el padre o la madre de tus hijos… esa persona con la que consigues la
compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…
Y dicen que hay un segundo amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan
conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán,
siempre, alcanzar un final feliz. Hasta
que cierto día dejarán de intentarlo… se rendirán y buscarán a esa otra persona
que acabarán encontrando.
Pero te aseguro que no pasarás una sola noche, sin necesitar otro beso
suyo o tan siquiera discutir una vez más… todos saben de qué estoy hablando,
porque mientras estabas leyendo esto, se ha venido a tu mente, su nombre a la
cabeza.
Te librarás de él o de ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la
paz (le sustituirás por la calma), pero
te aseguro que no pasará un día en que desees que estuviera aquí para
perturbarlo. Porque a veces, se
desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el
amor con alguien a quien aprecias”. Paulo Coelho
Ese amor de siempre, a veces de juventud, ese amor que perdura por años
en el interior de las personas es un sentimiento muy común, muchas parejas se “reconocen” e instantáneamente
se envuelven en esa innegable conexión que no podemos
explicar, esa atracción incontrolable, que no conoce razón ni tiempo.
¡Cuidado! ese amor hermoso, muchas veces imposible, que por alguna razón
divina siempre llega a destiempo, puede
robarnos la paz y la armonía, no solo a
nosotros mismos, sino también a la persona que comparte nuestra vida, afectando
el hogar y la familia si fuera el caso.
Ese amor inexplicable, a veces altamente pasional, otras veces sublime,
pero, indudablemente hermoso y perturbador, se afianza en la medida en que se
tejen fantasías a su alrededor, reforzado muchas veces por encuentros furtivos, felices y perfectos…
¡claro que son momentos perfectos! porque nada tiene que ver con lo cotidiano. No se trata del amor que se comparte con una
pareja que lucha enfrentando los desafíos,
el día a día en el hogar, el trabajo, los hijos, las cuentas, alegrías y
penas o proyectos futuros.
Muchas parejas que al pasar los años continúan juntas por conveniencia
familiar o económica, incluso con amor, pueden ansiar muy profundamente la
libertad para estar con esa otra persona objeto de sus más íntimos deseos. Ese triángulo de amor puede continuar a través
de los años, convirtiéndose en un círculo vicioso, porque aunque persista el
sentimiento dividido, se ha creado un vínculo emocional, moral y de afecto, con
la persona que en su momento se escogió como pareja, como padre o madre de sus
hijos, como parte del mundo real.
Cuando dos personas adultas deciden compartir sus vidas lo hacen por
amor, están conscientes de que no será una vida perfecta, asumen una responsabilidad hacia su compañero
o compañera. Se han unido para aprender
el uno del otro. El amor de pareja solo
suma uno más uno, no cabe una tercera persona.
(Ver tema Amor- sentimiento para dos, Feb. 2013).
Ese “amor de siempre” llegará el
momento en que tengamos que evaluarlo; es muy posible que esa persona objeto
del deseo y fantasía siga revoloteando entre nuestra mente y nuestros
sentimientos, (las cosas inconclusas siempre quedan como una espinita en
nuestro corazón), pero, tengamos presente que tal vez se encuentre satisfecho o
satisfecha, realizando su vida, cumpliendo su plan divino. Nos pasará por la mente la inquietud de saber si
por ese amor de pasión y fantasía, estaríamos dispuestos a tirarlo todo por la
borda, a lanzarnos al vacío y ver qué ocurre.
El amor, como la vida misma es cambiante y solo el tiempo nos aclara
situaciones y deseos reprimidos, pero lo más importante si llegara el momento
de tomar una decisión, es preguntarnos si vale la pena perder la paz yla armonía
interna, pero principalmente, si vale la pena perder la persona a quien escogimos y tenemos a
nuestro lado en nuestra vida real.
"Lo que está destinado a suceder siempre encontrará una forma única, mágica y maravillosa para manifestarse". Anónimo
L. CEDEÑO S.
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