"La felicidad no depende de lo que tienes o de quien eres. Se basa únicamente en lo que piensas". Buda
viernes, 31 de julio de 2015
jueves, 30 de julio de 2015
TE QUIERO - Frase
Te quiero pero no deseo luchar contra el destino...
Disfrutaré de vez en cuando de tu recuerdo, que seguirá alterándome....
Sin embargo, qué triste es tenerte y no tenerte! Anónimo
ESE AMOR DE SIEMPRE
En ocasiones nos llega algún material de lectura que nos sirve de tema
de reflexión o nos recuerda situaciones
personales o de allegados. Temas que nos
hablan de amor, desamor, amor real, amor platónico, amores imposibles o de esos
“amores eternos”. Dice un refrán
popular: “Uno nunca se casa con quien había pensado”.
Citemos por ejemplo este escrito de Paulo Coelho:
“Dicen que a lo largo de nuestra
vida tenemos dos grandes amores: uno con el que te casas o vives para siempre,
puede ser el padre o la madre de tus hijos… esa persona con la que consigues la
compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…
Y dicen que hay un segundo amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan
conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y les impedirán,
siempre, alcanzar un final feliz. Hasta
que cierto día dejarán de intentarlo… se rendirán y buscarán a esa otra persona
que acabarán encontrando.
Pero te aseguro que no pasarás una sola noche, sin necesitar otro beso
suyo o tan siquiera discutir una vez más… todos saben de qué estoy hablando,
porque mientras estabas leyendo esto, se ha venido a tu mente, su nombre a la
cabeza.
Te librarás de él o de ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la
paz (le sustituirás por la calma), pero
te aseguro que no pasará un día en que desees que estuviera aquí para
perturbarlo. Porque a veces, se
desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el
amor con alguien a quien aprecias”. Paulo Coelho
Ese amor de siempre, a veces de juventud, ese amor que perdura por años
en el interior de las personas es un sentimiento muy común, muchas parejas se “reconocen” e instantáneamente
se envuelven en esa innegable conexión que no podemos
explicar, esa atracción incontrolable, que no conoce razón ni tiempo.
¡Cuidado! ese amor hermoso, muchas veces imposible, que por alguna razón
divina siempre llega a destiempo, puede
robarnos la paz y la armonía, no solo a
nosotros mismos, sino también a la persona que comparte nuestra vida, afectando
el hogar y la familia si fuera el caso.
Ese amor inexplicable, a veces altamente pasional, otras veces sublime,
pero, indudablemente hermoso y perturbador, se afianza en la medida en que se
tejen fantasías a su alrededor, reforzado muchas veces por encuentros furtivos, felices y perfectos…
¡claro que son momentos perfectos! porque nada tiene que ver con lo cotidiano. No se trata del amor que se comparte con una
pareja que lucha enfrentando los desafíos,
el día a día en el hogar, el trabajo, los hijos, las cuentas, alegrías y
penas o proyectos futuros.
Muchas parejas que al pasar los años continúan juntas por conveniencia
familiar o económica, incluso con amor, pueden ansiar muy profundamente la
libertad para estar con esa otra persona objeto de sus más íntimos deseos. Ese triángulo de amor puede continuar a través
de los años, convirtiéndose en un círculo vicioso, porque aunque persista el
sentimiento dividido, se ha creado un vínculo emocional, moral y de afecto, con
la persona que en su momento se escogió como pareja, como padre o madre de sus
hijos, como parte del mundo real.
Cuando dos personas adultas deciden compartir sus vidas lo hacen por
amor, están conscientes de que no será una vida perfecta, asumen una responsabilidad hacia su compañero
o compañera. Se han unido para aprender
el uno del otro. El amor de pareja solo
suma uno más uno, no cabe una tercera persona.
(Ver tema Amor- sentimiento para dos, Feb. 2013).
Ese “amor de siempre” llegará el
momento en que tengamos que evaluarlo; es muy posible que esa persona objeto
del deseo y fantasía siga revoloteando entre nuestra mente y nuestros
sentimientos, (las cosas inconclusas siempre quedan como una espinita en
nuestro corazón), pero, tengamos presente que tal vez se encuentre satisfecho o
satisfecha, realizando su vida, cumpliendo su plan divino. Nos pasará por la mente la inquietud de saber si
por ese amor de pasión y fantasía, estaríamos dispuestos a tirarlo todo por la
borda, a lanzarnos al vacío y ver qué ocurre.
El amor, como la vida misma es cambiante y solo el tiempo nos aclara
situaciones y deseos reprimidos, pero lo más importante si llegara el momento
de tomar una decisión, es preguntarnos si vale la pena perder la paz yla armonía
interna, pero principalmente, si vale la pena perder la persona a quien escogimos y tenemos a
nuestro lado en nuestra vida real.
"Lo que está destinado a suceder siempre encontrará una forma única, mágica y maravillosa para manifestarse". Anónimo
L. CEDEÑO S.
martes, 21 de julio de 2015
LOS MANTRAS
El término mantra proviene
del sánscrito ( man - mente
y el sufijo -tra, que puede
traducirse como –liberador). La palabra
mantra podríamos traducirla como “pensamiento” pues en sí misma, una sílaba puede abarcar frases, oraciones y conceptos completos.
Cuando
se pronuncia la palabra mantra, muchas personas piensan en el mantra universal
“OM”. Por desconocimiento, este mantra
sagrado, de vibración extraordinaria, ha sido mal usado, avasallado y hasta
ridiculizado, sin saber que para el hinduismo representa el sonido creador del
universo y el principio de la existencia.
En el
hinduismo encontramos por primera vez la
palabra mantra en uno de los cuatro libros sagrados más antiguos de la India: Rig-veda, hacia mediados de 2000, a.C., donde
significa “instrumento de pensamiento”. Un mantra sagrado y muy conocido del hinduismo es “Om Namah Shivaya” que significa “Reverencias a Shivá”.
Aquellos
que han tenido la oportunidad de acercarse a la filosofía yoga, a una escuela
como Mantra Yoga Meditación, conocen una técnica de meditación personal muy profunda, pues penetra en los niveles más sutiles de la
conciencia. El Mantra Yoga Meditación es
una técnica milenaria que sigue las enseñanzas transmitidas por Sri Shánkaracharya, Santa Orden de los Swamis. Esta
técnica fue introducida a occidente por el Maestro Swami Gurú Devanand
Saraswati Ji Maharaj.
Para
religiones como el hinduismo y el budismo, un mantra, de una sílaba, una
palabra o una frase sagrada, se recita
para fortalecer la invocación a la divinidad en la meditación.
El
budismo tibetano recita cada mantra,
dirigiéndolo a hacia un aspecto de la iluminación. Por ejemplo, el mantra “Om Mani Padme Hum” se utiliza
específicamente para la compasión. (Ver
nuestro tema de abril de 2014). Aunque
algunas tradiciones budistas opinan que
un mantra solo tendrá efecto si su recitación es autorizada o supervisada por
un gurú o un lama, maestros como el Dalai Lama indican que este mantra será
siempre útil, si quien lo recita siente y piensa su significado.
Los
mantras generan vibraciones muy altas, el sonido es vibración y la vibración es
energía, que cuando repetimos un número
de veces con un propósito específico produce una frecuencia capaz de enfocar
nuestra mente, motivando cambios internos.
Con la
repetición continua y concentración en el mantra, nuestra mente va reemplazando
los cientos de pensamientos que afloran, con lo cual la persona logra un estado
de relajación y concentración más profunda, una meditación centrando su atención en su propia
conciencia.
Un
mantra, que, aunque milenario, se ha conocido y propagado en las últimas décadas,
proviene de las islas Hawaii: El Ho'oponopono, es a la vez
mantra y técnica de sanación interna ante
una situación que requiera armonía, reconciliación, sanar heridas,
recuperar el amor y perdonar. El mantra dice: “Lo siento, perdóname por favor,
te amo, gracias”. Practicar este mantra,
aún pensemos que no tenemos algo de qué arrepentirnos, o que no ha sido nuestra
culpa, tiene el poder de sanar,
purificar nuestro espíritu, nuestra mente y nuestro cuerpo. (Ver nuestro
tema de abril-14).
Existen
muchos mantras en todas las
religiones. Los mantras “limpian” la
mente, los pensamientos impuros, purifican el alma y el entorno de las
personas. Cualquiera que sea el mantra
que nos llegue, ojalá por vía de un Maestro, tengamos en cuenta que los mantras
no son un rezo, se repiten rítmica y rápidamente, a semejanza de algunas
oraciones o letanías que hemos aprendido en occidente.
Algo
importante es que un mantra se pronuncia o se repite mentalmente, dependiendo
si se trata de un mantra personal o ceremonial.
Cuando
un mantra se practica con dedicación, su
fuerza vibracional empieza a actuar de inmediato. Muchos a nuestro alrededor notarán un cambio,
pero, especialmente lo sentiremos nosotros internamente.
Nuestro
mantra llegará, cuando seamos conscientes de su grandeza, sus beneficios
espirituales, su alta vibración y fuerza enérgica, el cual pronunciaremos si
tenemos el entorno adecuado (dependiendo del mantra) o repetiremos mentalmente,
con toda la devoción y reverencia de su significado sagrado. Nuestro mantra personal nos encontrará en el momento adecuado porque,
“cuando el discípulo está preparado, el maestro no se hace esperar”.
L. CEDEÑO S.
miércoles, 8 de julio de 2015
MI RELOJ CU-CU DE NÚMEROS ROMANOS
Hay
recuerdos de la infancia que se quedan en nuestra memoria, como esta corta
anécdota de mi reloj de cu-cu:
“Siendo
niña llegó a nuestra casa un reloj de cu-cu que nos pareció a todos lo más
entretenido de la casa. En los primeros
meses de la llegada del reloj, todos los hermanos, mayores y menores, corríamos
a colocarnos frente al novedoso artículo, a esperar que se abriera una pequeña
puerta por la cual salía un pajarito, que por unos segundos, cantaba su
peculiar cu-cu, cu-cu, cu-cu, para esconderse rápidamente en su casita hasta la
próxima media hora.
Ninguno de
nosotros reparó nunca en los detalles de elaboración, ni en los números que
marcaban las horas, solo nos interesaba la casita de la cual salía el simpático
y esperado pajarito que cantaba.
En esos
días, en una clase de matemáticas, la profesora empezó a enseñarnos los números
romanos, hasta el diez. Gran sorpresa para
mí, comparar los números aprendidos, con los números del reloj que colgaba en
la pared de mi casa… ¡Había una diferencia! cuanto antes yo tenía que decirle a
la profesora que estaba mal; qué emocionante confusión. Al día siguiente, cuando por fin llega la hora
de matemáticas, le digo a la profesora que el número cuatro romano, (IV), que
nos enseñó el día anterior, no es igual al reloj de mi casa, que mi reloj
tiende cuatro palitos, (IIII). La
profesora se puso muy pálida. En mi percepción de niña no advertí enojo pero si
desconcierto e intranquilidad. Recuerdo
que me habló muy bajo, casi en secreto y simplemente me dijo: “Apréndelo de
esta manera y no digas nada a nadie”.
Durante los días siguientes no sabía qué pasaba o si había hecho algo
mal, sentía como si guardara un gran secreto. Con el tiempo llegué a la
conclusión de que ella misma no sabía el por qué y lo olvidé, aunque ya el
reloj de cu-cu no me parecía tan alegre”.
Ciertamente,
la mayoría de las personas no advierte diferencia alguna en la hora 4, en los
relojes de presentación en números romanos, a pesar de haber aprendido desde
niños, el IV en números romanos correctamente.
Con los
años, mirando relojes emblemáticos en las “enciclopedias”, recordemos que no
existía internet, aprendí que en la antigua Europa, incluyendo a los mismos
romanos, sustituían en los relojes el número IV, por IIII. Son innumerables los relojes de monumentos en
toda Europa que adoptaron el IIII, en lugar del IV. Muchos consideran esta práctica como una falta
aberrante, pero ahí han estado durante siglos.
Los
historiadores narran algunas de las causas probables de este notorio cambio en
los relojes, como por ejemplo:
Una teoría
se refiere a un hecho ocurrido en Suiza, en el cual un monarca encargó la
confección de un reloj, cometiendo el relojero el error de utilizar IIII, en
lugar del IV. De acuerdo con esta
historia el artesano fue ejecutado por ese motivo. En protesta a este hecho, y en homenaje a su
colega, los relojeros decidieron seguir utilizando el IIII.
Otra
historia se refiere al relojero más famoso hacia el 1370, Henry de Vick, a quien se le encargó el gran
reloj que adornaría la torre del Palacio Real de Francia. El artista relojero utilizó el IV, correctamente,
lo cual fue refutado por el Rey Carlos V. El artesano argumentó que esa era la forma
correcta de representar el cuatro, a lo que el rey respondió: “El Rey nunca se
equivoca”. En la actualidad, el
majestuoso reloj fabricado por Vick puede observarse en el edificio, donde hoy
se encuentra La Consergerie de Paris, por supuesto, con el cambio exigido por
el rey.
Dice el
Instituto Británico de Relojería que una razón para utilizar IIII en lugar de
IV podría estar relacionada con la estética,
argumentan que los cuatro caracteres, (IIII), crean simetría visual con el VIII, su opuesto
en la esfera.
Otros
argumentos para utilizar el IIII, en lugar del IV:
El IV es
más difícil de leer dada su posición en la esfera del reloj, ya que queda
casi boca abajo.
El 4
representado como IV podría ser confundido con el 6, (VI), al estar ambos boca
abajo.
La
superstición decía que el IV corresponde a las dos primeras letras
de Júpiter, el dios romano,
(IVPITER en latín), y por lo tanto, podría considerarse como una
blasfemia.
A
sabiendas de que se trata de un error, los relojes continuaron fabricándose con
el símbolo IIII, popularizándose no solo en monumentos y edificios
emblemáticos, sino también en relojes de pulsera, relojes de bolsillo, y pared.
La próxima
vez que tenga a la vista un reloj con números romanos es muy probable que se detenga
a observar si el cuatro es IV o IIII.
“Con el
tiempo, mi reloj de cu-cu desapareció, pero nunca olvidaré la expresión de
sorpresa y desconcierto de mi profesora de matemáticas”.
L. CEDEÑO S.
viernes, 3 de julio de 2015
OH...EL ALTER EGO! Hoy y siempre...
“En el centro
de tu ser tienes la respuesta; sabes quién eres y sabes qué quieres”. Lao Tse
“Conocerse a uno mismo es la tarea más difícil porque
pone en juego directamente nuestra racionalidad, pero también nuestros miedos y
pasiones. Si uno consigue conocerse a fondo a sí mismo, sabrá comprender a
los demás y la realidad que lo rodea”.
Alejandro Magno
Algunas veces escuchamos decir que el hombre es su peor enemigo. Los sabios dicen que el mejor amigo y aliado
del hombre es el hombre en sí mismo.
Álter ego, del latín, significa "el otro yo", un segundo yo que, se considera distinto en
personalidad a la persona “normal” original. La “normalidad” la determina el número o
porcentaje de individuos que representan un patrón determinado.
La Real Academia Española, de manera amplia y simple, enuncia: “Persona en quien otra tiene absoluta
confianza, o que puede hacer sus veces sin restricción alguna”; “persona real o
ficticia en quien se reconoce, identifica o ve un trasunto de otra”.
Poder decir que nos conocemos a nosotros mismos, que sabemos cómo somos,
lo que realmente nos gusta y nos define es parte de la madurez del ser humano,
un compromiso como ser divino y una ganancia espiritual pues, traerá paz y
armonía a nuestra vida cotidiana.
En nuestro desarrollo como niños empezamos a imaginar personalidades de
un “yo” de fantasía, ya se trate de un súper héroe, una princesa o personaje de
cualquier tipo, un yo que no llegará a asumirse como real, un álter ego que
deberá desaparecer, precisamente para volver a ser ese niño individual en formación,
una persona que irá definiendo preferencias, valores y gustos particulares.
Para algunos, esta segunda
personalidad puede llegar a asumirse como propia, o conservar rasgos de un
álter ego donde ese yo imaginario desplaza total o parcialmente al verdadero,
alargando un proceso que debería siempre
ser transitorio y de ninguna manera permanecer atrapado en la fantasía del ser
humano en la edad adulta.
Interesante el estudio de Anton Mesmer en 1730, utilizando la hipnosis
para “separar” el álter ego, comprobando un patrón de comportamiento distinto
de la personalidad, cuando el individuo estaba en estado de vigilia. El personaje resultante, un personaje producto
de un estado alterado de la conciencia, pero en el mismo cuerpo. Fue la primera vez que se experimentó
seriamente sobre el tema.
En el siglo XIX los psicólogos de la época reconocen por primera vez el
álter ego, describiendo el trastorno de identidad, dejando en manifiesto un
comportamiento que lleva a una doble vida.
En la vida diaria, como diría el controvertido Doctor de una popular
serie de televisión: “Todos mienten”. Nos referimos a la vida común de las
personas, a ese exceso de autoestima, desear o interpretar un papel, a pensamientos, sentimientos, emociones y
acciones que muchos individuos son capaces de dejar aflorar o reprimen hasta la
frustración, solo para presentar una imagen ficticia. Esta lucha siempre estará trazando límites
entre lo que hemos concebido como el bien y el mal. Nos referimos también a situaciones de personas de un álter ego
exaltado, con personalidad aplastante, rayando en la arrogancia y el atropello
hacia los demás, cuando realmente son las personas más infelices, frustradas y
solitarias. Otras, viviendo en el
eterno pasado o en el mundo del futuro; cuando yo sea, cuando yo tenga… Ese
“otro yo futuro” no es más que una fantasía de nuestra mente, un “yo” que
quisiera elegir ser otra persona, aún siento la misma persona, un yo que nos
roba energía, calidad de vida y por supuesto, felicidad.
Actualmente, en las redes sociales, por ejemplo, las personas pueden ser
lo que deseen… algunos llegan a crear conscientemente un álter ego
complementario, un nuevo “otro yo”. De la noche a la mañana, se convierten en
figuras muy populares personas realmente tímidas, otros serán escritores,
fotógrafos profesionales, productores de sus propios proyectos, voceros de
grupos, orientadores, etc., etc.
El Álter ego será siempre la figura preferida de lo incógnito, de la
parte oscura de la naturaleza humana, del anonimato y paradójicamente, un elemento
importantísimo de explotación de nuestros sentidos, adorado por la publicidad,
la política, el cine, la moda, por los
grandes escritores y líderes religiosos.
Un mundo irreal, que se mantiene en la realidad, segunda personalidad,
trastorno de identidad, o como quiera llamársele, un mundo paralelo dentro de
las personas.
L. CEDEÑO S.
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