jueves, 28 de mayo de 2015
EL IRUPÉ - Leyenda de Amor Guaraní
EL IRUPÉ – La leyenda:
“Pitá y Moroti se amaban, y si él era el más
esforzado de los guerreros de la tribu, ella era la más gentil y hermosa de las
doncellas. Pero no estaba en los
designios de Ñandé Yara el que fueran felices: inspiró una mala idea a la
joven, exaltando su orgullo y coquetería.
Una
tarde, al caer el crepúsculo, cuando varios guerreros y doncellas se paseaban
por las orillas del Paraná, Moroti dijo: ¿Quieren ver todo lo que es capaz de
hacer por mí este guerrero? ¡Miren!
Y
diciendo esto, se sacó uno de sus brazaletes y lo arrojó al agua. Después, volviéndose hacia Pitá, que, como
buen guerrero guaraní era un excelente nadador, le invitó a zambullirse en
busca del brazalete. Mas esperaron
inútilmente que Pitá apareciera en la superficie.
Moroti
y sus acompañantes, alarmados, comenzaron a dar gritos… En vano todo.
El guerrero no aparecía.
La
desolación corrió pronto por la tribu.
Lloraban y se lamentaban las mujeres, en tanto los ancianos hacían
conjuros para que volviese el guerrero.
Solo Morotí, muda del dolor y el arrepentimiento, como ajena a todo, ni
lloraba siquiera.
El
hechicero de la tribu, Pegcoé, explicó lo que ocurría. Dijo, con la certeza de quien todo lo hubiese
visto:
Pitá es
ahora el prisionero de I Cuñá Payé.
Hundido en las aguas. Pitá se ha
visto preso por la propia hechicera, y conducido a su palacio. Allí, Pitá ha olvidado toda su vida anterior;
ha olvidado a Morotí, y se ha dejado amar por la hechicera; por eso no
vuelve. Es necesario ir a buscarlo. Se halla ahora en la más rica de las cámaras
del palacio de I Cuñá Payé. Y si el
palacio es todo de oro, la cámara donde ahora Pitá se halla en brazos de la
hechicera está fabricada de diamantes.
Bebe olvido de los labios de la hermosa I Cuñá Payé, que tantos bellos
guerreros nos ha robado. Por eso Pitá no
vuelve. Es necesario buscarlo.
¡Yo lo
buscaré! – exclamó Morotí - ¡Yo lo
buscaré!
Tú
debes buscarlo, sí – dijo Pegcoé-. Tú
eres la única que puede rescatarlo del amor de la hechicera. Tú eres la única,
si en verdad lo amas, que puede, con tu amor humano, vencer el amor maléfico de
ella. ¡Ve y tráelo! Morotí se ató en los pies un peñasco y se
arrojó al río.
Toda la
noche esperó la tribu la aparición de ambos jóvenes, llorando las mujeres,
cantando los guerreros y haciendo conjuros vencedores del mal los ancianos.
Con los
primeros rayos de la aurora, vieron flotar sobre las aguas las hojas de una
planta desconocida, era el Irupé. Y
vieron aparecer una flor hermosa y rara, tan grande, bella y aromada, como
nunca vieran otra flor en la región. Sus
pétalos eran blancos los del centro y rojos los del exterior. Blancos como era el nombre de la doncella
desaparecida: Morotí. Rojos como el
guerrero: Pitá. Exhaló un suspiro la
bella flor y volvió a sumergirse en las aguas.
Pegcoé,
el hechicero, fue quien habló, explicando lo que ocurría a sus desencantados
compañeros:
Pitá ha
sido rescatado por Morotí. ¡Alegrémonos!
Ellos se aman. La malévola
hechicera que tantos guerreros nos ha robado para satisfacer su amor, ha sido
vencida por el amor humano de Morotí. En
esa flor que acaba de aparecer sobre las ondas yo he visto a Morotí en los
pétalos blancos a los que abrazaban y besaban, como en un rapto de amor, los
pétalos rojos. Esos pétalos rojos
representan a Pitá.
Ilustración de Ramón Oviedo, "Maestro Ilustre de la Pintura
Dominicana". Barahona, Rep. Dominicana, 1927.
Y,
descendientes de Morotí y Pitá son esos hermosos Irupés que decoran las aguas
de los grandes ríos. En el instante del
amor, aparecen sobre las aguas las bellas flores blancas y rojas del Irupé, se
besan y vuelven a sumergirse, porque surgen para recordar a los hombres que, si
por satisfacer el capricho de la mujer que amaba, un hombre se sacrificó, esta
mujer supo rescatarlo sacrificándose a su vez por el amado. Y si la flor del Irupé es tan bella y fragante,
lo es por haber nacido del amor y del
arrepentimiento”.
L.CEDEÑO S.
Fuente: “Cuentos y Leyendas de Amor para
Niños”, Coedición Latinoamericana de Centro Regional para el Fomento del Libro
en América Latina y El Caribe (CERLALC) y el Fondo Internacional de Promoción
de la Cultura y la División de Fomento del Libro y de los Intercambios
Culturales Internacionales de la UNESCO., para difundir la literatura infantil
propia de nuestro entorno.
sábado, 23 de mayo de 2015
ATREVETE - Frase
"Atrévete a caminar aunque sea descalzo,
a sonreír aunque no tengas motivos,
a ayudar a otros sin recibir aplausos".
viernes, 22 de mayo de 2015
LOS PERFUMES
“Perfumes de lugares, los que nos
recordarán instantes que nos han marcado, momentos únicos e irrepetibles.
¿Sabías que la memoria olfativa es la única que no se deshace?, los rostros de
aquellos a los que más amamos se desvanecen con el tiempo, las voces se borran,
pero los olores nunca se olvidan”.
Marc Levy
“Perfume de hombre, debilidad de
toda mujer”. Anónimo
“Aplíquese perfume donde quiera ser
besada”. Coco Chanel
Sublime, penetrante, embriagador,
sensual, enloquecedor, detestable, regio, escandaloso, sublime, repugnante,
fascinante, inolvidable… Cualquier
calificativo es válido para describir un
perfume, porque el gusto por el aroma de un perfume, como otras tantas
preferencias del ser humano, es estrictamente individual e íntimo.
Perfume, del latín “per”, por y
“fumare”, producir humo, para describir el aroma que produce el humo al quemar
sustancias aromáticas.
Todas las civilizaciones antiguas elaboraban
los más variados perfumes, de acuerdo a su cultura y disponibilidad de elementos,
pues el origen de las fragancias (incienso, mirra, resinas, flores), inicialmente fue ceremonial, para alagar a los dioses.
Desde hace más de cinco mil años
tenemos registros de ceremoniales religiosos aromáticos, siendo el sacerdote el
encargado de hacer las mezclas de acuerdo a la ocasión. Así mismo, se utilizaban flores fragantes en
los entierros y nupcias.
Actualmente, la palabra “perfume”
describe el líquido fragante producto de mezclas de una gran variedad de
aceites esenciales (sustancias de origen vegetal), como raíces flores, frutas,
semillas, etc., productos sintéticos, como el alcohol, hidrocarburos, cetonas,
etc., o aceites de origen animal, como el aceite ámbar, producto de la ballena,
la civeta, que proviene del gato o el almizcle de la cabra, entre los más
conocidos. Además, esencias de maderas,
principalmente el sándalo y un fijador para que perdure en el cuerpo humano ese aroma
agradable al olfato. En los laboratorios
especializados para estos fines se reproducen sustancias aromáticas muy
similares a cualquier sustancia natural.
El mayor reto de la industria moderna
del perfume ha sido “encontrar un perfume perfecto, que encaje con todos los
seres humanos”, un imposible, porque simplemente no existe una fórmula compatible con todos los diferentes efluvios
corporales que emanan las personas. Un
mismo perfume puede ejercer fascinación o rechazo sobre diferentes individuos. El ser
humano produce unas 500 sustancias químicas distintas, con funciones muy
específicas, que se perciben a través del sentido del olfato. Nos referimos a las feromonas, a través de
las cuales transmitimos mensajes directos a otros individuos. Estos mensajes “involuntarios” reflejan desde
nuestro estado de ánimo hasta la predisposición al sexo. La doctora Winnifred Cutler, del Instituto
Athena en Pennsylvania, fue la primera
en sintetizar las feromonas en un laboratorio y presentarlas al mercado como
perfume, para atracción hacia el sexo
opuesto. Los individuos se perfuman
tanto para sí mismos, como para los demás, bien para impresionar, como para
despertar el interés y los sentidos de los demás.
Antiguas escuelas esotéricas
enseñaban en la alquimia de parejas los secretos del sentido del olfato. Enseñaban una técnica muy sencilla… “Si crees
que sientes atracción hacia alguien, olfatea su cuello, el alveolo de sus
orejas y especialmente su nuca… si no te agrada, aléjate pues no habrá empatía
ni de corazón, ni de cuerpo”. Un
conocimiento sabio, antiguo y sencillo para discernir entre la química natural
y el disfraz de un perfume. Cuando una
persona nos atrae, nos sentimos bien,
nos gusta su aroma natural; el perfume pasa a un segundo plano, lo que
realmente exalta nuestros sentidos es ese aroma particular que emana de la
persona. ¡Ah maravillosa y explosiva
experiencia, cuando tenemos la fortuna de combinar un agradable perfume con el
embriagante aroma natural de una persona en particular!
El perfume ideal es aquel que se
fusiona con los fluidos corporales individuales, esa fragancia que comulga con
nuestro aroma natural. Es todo un arte,
producto de la intuición, encontrar esas fragancias afines a nuestra esencia, a
nuestros fluidos corporales, a nuestra identidad, ya sean de tipo floral,
madera, especias o combinaciones de cualquier tipo.
Afortunadamente, hoy existen muchas
combinaciones de productos naturales y de laboratorio, para todos los gustos y
en todas las concentraciones.
Encontramos:
- Perfume: es
la forma más concentrada, entre el 15-45% de esencia aromática.
- Eau
de Perfume: (agua de perfume), concentración del ~15%.
- Eau de Toilette: (gua de baño), concentración del
7-15% (~10%).
- Eau
de Cologne: (agua de colonia), la misma concentración que el anterior pero
con aroma predominantemente cítrico, con un 3-6% (~5%) de concentrados.
- Perfumes
Splash: concentración de 1%. Muy populares entre
los productos de aseo personal, suaves, agradables, especialmente en la
mañana dan sensación de frescura y “olor a limpio”.
Para los amantes de la historia,
aquí les dejamos algunos datos importantes del perfume a través de los tiempos:
El ser humano inicialmente se
perfumó, en el escenario místico; al agradar a los dioses, también sentía
placer al perfumarse y la satisfacción de producir en los demás una sensación
agradable.
Desde la civilización sumeria, 2,300
años a.C., se han encontrado registros del perfume, como cosmético de uso
personal. Algunos historiadores ubican la aparición del “perfume” inicialmente en Egipto. En el templo de Edfú,
se pueden ver escritas en jeroglíficos recetas
para la elaboración de los perfumes sagrados, aunque se tiene conocimiento
del comercio de sustancias aromáticas, como especias, resinas de madera de
sándalo para la fabricación de incienso y fragancias, desde la India hacia
Egipto, Grecia y Roma.
En la tumba de Tutankamón,
descubierta en 1922, se encontró un recipiente con exquisitas pomadas
aromáticas que todavía conservaban su fragancia.
Los Egipcios tenían como ritual
agregar a sus baños diferentes clases de aceites. Con la creencia de que su fragancia agradaba a
los dioses; se untaban en el cabello y en el cuerpo pomadas de aceites pesados
que tardaban en desvanecerse, manteniendo su aroma durante largo tiempo. Cleopatra siempre utilizaba esencias, hierbas
y flores para aromatizar sus baños.
Uno de los mercados pioneros y más
amplios de perfumes fue Grecia. Los
griegos, en el siglo VI a. C., usaban perfumes después del baño y hasta en los baños de vapor públicos. (Públicos para
la clase alta). El rito de “ungirse” en
aceites, antes de las celebraciones, frotando el cuerpo con diferentes
fragancias llegó a ser una parte importante de la cultura de la familia griega.
Fue en Grecia donde primero aparecieron
sustancias perfumadas aplicadas a la medicina.
Hipócrates, (el gran padre de la medicina), utilizaba gotas de
concentrados de plantas y perfumes para tratar ciertas enfermedades.
Con la civilización griega nacieron
los productos de aseo personal, como ungüentos perfumados, talcos, resinas,
etc., que adquiría la alta sociedad. Como toque de gran elegancia los griegos
presentaban los perfumes en exquisitos envases de cerámica. Cada diseño era una obra de arte. Mercadearon siete diseños (escenas
conmemorativas, animales mitológicos y figuras geométricas). El más famoso fue el frasco “Lekytos”.
Toda una obra de arte de quien lamentablemente se desconoce su
diseñador.
Los soldados romanos asimilaron de
los griegos las bondades del perfume.
Disfrutaban perfumándolo todo, sus casas, sus ropas, principalmente sus
altares. A través del gran imperio
romano, que consumía grandes cantidades de productos aromáticos, estos se
hicieron más populares, llegando a ser asequibles al público. Hasta había fuentes donde brotaba agua
perfumada; al igual que los griegos, se aplicaban perfumes de diferentes aromas
a cada parte del cuerpo. Antes de la
batalla o en los regresos victoriosos, se humedecían los estandartes de las
legiones con fuertes fragancias que se esparcían a su paso al ondearlas. También
era común perfumar los salones, vestidos, teatros, armas y hasta los animales
domésticos. Exageraban las fragancias
íntimas y ambientales en cualquier ceremonia religiosa, especialmente en los casamientos
y entierros.
Llevó más de tres siglos, entre los
siglos XVI y XIX, desarrollar esencias con base en alcohol, como las conocemos
hoy. Una aparición casi legendaria fue
la famosa “Agua de la Reina de Hungría”, una receta secreta reglada a la reina.
La química, aplicada a la
perfumería, conjuntamente con los procesos de destilación que desarrollaron los
árabes, permitió perfeccionar las técnicas y mejorar la calidad de los aceites
esenciales. Con la llegada de los árabes
a España, Italia y Francia, así como la misma España, se convirtieron en
extensas plantaciones de cultivo de plantas aromáticas, cítricos y flores,
especialmente lavanda, limonero, violeta y jazmín. Provenza, Florencia y Venecia fueron los
mercados principales del arte de la perfumería, que evolucionó notablemente al mejorar la
destilación y la calidad de las esencias, convirtiendo a Italia en la capital
del perfume de la época.
Francia, capital industrial del Perfume:
Un paso histórico en la
industrialización del perfume, ocurrió hacia el año 1200, cuando el Rey Felipe
II Augusto de Francia, reconoció como profesión la labor de los artesanos
perfumistas, declarando de utilidad social el uso de las sustancias, y hasta se
fijaron lugares específicos de venta
para los perfumes.
Aparecieron entonces las escuelas
“formales” de capacitación en la perfumería.
Los estudios, para llegar a ser maestro perfumero tenían una duración de
cuatro años. Estos maestros supervisaban
el prensado de pétalos, la maceración de las flores, las mezclas y cantidades correctas de los ingredientes,
para lograr en cada perfume la fórmula correcta. Posteriormente, varios reyes más apoyaron la industria del perfume, Juan
II en 1357, Enrique III en 1582 y Luis XIV en 1658. Desde entonces, Francia se convirtió en la
capital mundial del perfume.
Los perfumes ya eran parte de la
cotidianidad en toda Europa y como toda moda, se tornó en individualista. La burguesía quería sus propias fragancias y
las encargaban a los maestros perfumistas.
Además, la “presentación” del perfume también debía ser personalizada y
exquisita, adquiriendo por separado sus envases. Aparecieron los envases de vidrio exclusivos
para perfumes, los cristales cortados y tallados a mano. Estos envases exclusivos llegaron a ser tan
ostentosos, como costosos, convirtiéndose en obras de artes exclusivas que
llegaron a incorporar metales, como el oro y la plata, piedras preciosas, e
inscripciones. Como toda obra de arte,
eran exhibidas para el deleite de los dueños y los visitantes.
Durante el Renacimiento, en el siglo
XVI, se puso de moda perfumar los guantes. La monarquía europea pasó a consumir
no solo guantes, sino todo tipo de artículos perfumados en fábrica, como
abanicos, bolsas y zapatos, procedentes de Grasse, Provenza.
El siglo XVIII marca el paso de los
perfumes de gran alcance destinados a ocultar el hedor en todas partes, con
aromas delicados que anuncian un retorno a la naturaleza. Francia, la corte modelo de refinamiento y
elegancia sin igual para toda europea, es el centro de la perfumería y
productos perfumados.
Fue María Antonieta, la primera en
introducir en la corte francesa la importancia de la higiene personal, una piel
fresca y de agradable aroma. Las damas
de la corte de María Antonieta se escandalizaron ante la imposición de la reina
de asearse diariamente, acción que ella misma realizaba. Todo en Versalles era perfumado con sus
fragancias de cedro y bergamota.
En la Francia Napoleónica, el
perfume pasó de lo artesanal a la industria formal, convirtiendo el perfume en
un renglón industrial muy lucrativo. La
exquisitez de las fragancias era importante, pero más aún su presentación con
lujosos frascos y atractivas envolturas.
NOTAS CURIOSAS:
Sócrates no era partidario de los
perfumes. Su opinión personal era que
una vez perfumados olían de igual manera los esclavos y el hombre libre.
Los chinos solían meter entre sus
sábanas pequeños sacos rellenos con materiales aromáticos secos, en sus
domicilios quemaba incienso y se bañaban en aguas perfumadas. En las fiestas
nocturnas se acostumbraba repartir a los invitados un pequeño trozo de papel con
aroma de jazmín, para amortizar el aliento alcoholizado.
En Medio Oriente las sustancias
aromáticas elaboradas a base de extractos naturales eran un símbolo de lujo y prestigio
entre las clases sociales más favorecidas. Estas sustancias eran muy costosas,
por ejemplo el ámbar tenía el mismo valor que el oro o los esclavos. El perfume
obtenido por medio del humo del incienso, de la mirra o de otras resinas o
maderas, se ofrecía no solo a la divinidad sino también a los reyes.
El Kamasutra, como parte obligatoria
del arte, incluye los perfumes para fortalecer ese vínculo mágico entre el olor
y amor.
El Cristianismo, en un exagerado
puritanismo, catalogó el perfume como “artimañas del diablo” que utilizaban las
mujeres para seducir a los hombres, prohibiendo el uso de los perfumes, aunque
las clases sociales más favorecidas continuaron su uso.
Sin embargo, la Biblia misma nos habla del uso tradicional de los perfumes.
En el Nuevo Testamento la hermana de Lázaro unge los pies de Jesús con
perfume. Los tres Reyes Magos regalan
incienso y mirra a Jesús en el pesebre. A su muerte Nicodemo se presentó con cien
libras de Mirra perfumada y áloe. El cuerpo de Jesús fue envuelto con lienzos
perfumados con esta mezcla de aromas, de acuerdo con la costumbre de enterrar a
los judíos. San Juan 19 39-40).
La reina de Saba, entre los
invaluables presentes, regaló perfumes al rey Salomón cuando lo visitó en
Jerusalén. (Siglo X a.C.).
En libros sagrados como La Biblia y
el Talmud mencionan recetas para elaborar fragancias sagradas.
Las Cruzadas sirvieron de motor para
el mercado entre Oriente y Occidente. El
nuevo mundo conocido se inundó con nuevas fragancias y especias. Algo muy positivo fue la costumbre acompañar
el aseo con la aplicación de alguna sustancia aromática.
L. CEDEÑO S.
ORACIÓN DE LA SERENIDAD
Señor concédeme serenidad para las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia, viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez, aceptando las adversidades como un camino hacia la paz y pidiendo, como lo hizo Dios, en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera, creyendo que tú harás que todas las cosas estén bien si yo me entrego a tu voluntad, de modo que pueda ser razonablemente feliz en esta vida e increíblemente feliz contigo en la siguiente. Amén.
Reinhold Niebuhr
sábado, 9 de mayo de 2015
EL INCIENSO
Incienso, del latín “Incensum, participio de “Incendere” que traduce
encender. En la historia hombre-incienso,
encontramos su utilización a través de los siglos, por sus propiedades relajantes,
sedativas, aromatizantes, que transmiten sosiego y, de acuerdo a conocimientos
antiguos, "se ha utilizado para la atracción de las buenas vibraciones que
eliminan influencias negativas".
Por otro lado, como decían los egipcios “A los dioses les encantan las
fragancias”, uniendo al hombre y los aromas, con su esencia divina. Era costumbre quemar incienso diariamente en
los templos, en las casas y antes de eventos importantes, para “sentirse
favorecidos por los dioses”. En muchas
antiguas culturas el incienso paso del mundo pagano a lo místico, religioso,
siendo adoptado posteriormente por grandes creencias religiosas. En el budismo, en China, Japón e India se ha
utilizado el incienso en rituales milenarios. Escrituras antiguas como Los
Vedas ya hacían alusión al incienso. Se
cree que inicialmente se utilizó en los templos de India y China. Utilizado en Egipto, Israel, antiguas
civilizaciones del medio oriente y Asia, fue introducido en Japón por los monjes budistas. Estas civilizaciones conocían, comprendían el
efecto de cada aroma en la esencia misma del hombre.
La comercialización del incienso y de sus ingredientes se convirtió en
un renglón muy importante de venta, pasaron a ser productos muy solicitados;
fue tan amplio su comercio que a las antiguas rutas comerciales importantes, a
todo lo largo de Egipto, India y Arabia, se les dio el nombre de “La Ruta del Incienso”.
El incienso no es un ritual exclusivo de religiones asiáticas o del
catolicismo. Su utilización va desde la
simple aromatización y armonía de un ambiente, hasta la purificación de espacios, altares,
templos, rituales angélicos, rituales de sanación, atracción de buenas
vibraciones, expulsión de influencias negativas y hasta contra maleficios. El incienso se utiliza, desde la antigüedad,
en infinidad de ritos, ceremoniales mágicos y espirituales.
El sentido del olfato es mágico en el mundo animal, del cual no se
escapa el hombre. Los efectos que
ejercen los aromas siempre han despertado su curiosidad y fascinación,
llevándolo de la mano en sus experiencias y sensaciones, introduciéndolo,
sumergiéndolo en el mundo inconsciente, donde el humo y el aroma se mezclan. Asimilar el efecto interior de los aromas
puede llevarnos a experiencias desconocidas e inesperadas.
Al comprar inciensos asegurémonos de adquirir no necesariamente el más
costoso, pero sí un incienso de calidad ya que algunos pueden contener
elementos tóxicos. Los inciensos más
puros vienen en presentación granulada o en polvo y deben quemarse en carbón
vegetal. Aunque también en varillas
podemos encontrar inciensos de alta calidad.
El incienso se prepara a partir de alguna resina aromática de origen
vegetal, añadiendo aceites esenciales de origen animal o vegetal,
preferentemente este último, logrando que al quemarse se produzca el humo
aromático, ya sea para uso terapéutico o religioso.
Cada fragancia tiene energía y vibración propias, así, podemos
elegir el incienso de acuerdo a nuestros propósitos, si deseamos relajación,
sanación, alguna petición, una afirmación importante o aquello que llevemos muy
internamente y requiera orientación.
Son muy populares las combinaciones aromáticas con base en vainilla,
sándalo, menta, canela, tomillo, coco,
anís, mirra y aceites de frutas y flores, especialmente la rosa.
Escojamos un aroma que nos haga sentir cómodos, que vibre con nuestro
ser, que nos relaje, un aroma que estimule nuestros sentidos, ese aroma que nos
produce paz, quietud mental.
Algunos afirman que el incienso puede encenderse en cualquier momento,
aunque, muchas escuelas esotéricas enseñan que no debemos hacer rituales entre
las doce de la noche y las cuatro de la mañana…
Para el amor podemos encender incienso especialmente al atardecer. Para negocios, papeleos o transacciones
económicas, es muy favorable el horario matutino, hasta el mediodía, aunque
puede prolongarse hasta las cinco de la tarde.
Para la salud, podemos encender incienso durante todo el día y parte de
la noche.
Si vamos a encender incienso en el hogar, hagámoslo siempre después de
limpiar la casa y NUNCA encendamos incienso si nos sentimos molestos o
contrariados. En tal caso, tomemos una
ducha una taza de té y cuando estemos más tranquilos podremos encender nuestro
incienso. El mejor momento será cuando la casa esté en silencio, con el menor
número de personas.
Siempre tengamos en cuenta que no se trata de “quemar incienso”. El incienso, como las velas, es un elemento de armonía, de espiritualidad,
de interiorización. Cualquiera que sea
su presentación, en varillas, en conos, en polvo o granulado, busquemos el
recipiente adecuado para cada uno. Tampoco se trata de “cantidad” de humo, todo
lo contrario, necesitamos solo lo suficiente para que su aroma se esparza y sea
perceptible a nuestros sentidos. Es muy
agradable que el incienso se eleve y se filtre armonizando todo el entorno.
L. CEDEÑO S.
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