lunes, 13 de octubre de 2014

BLANCO Y NEGRO O COLOR

Desde que nacemos la sociedad,   empezando por el círculo familiar, nos coloca entre  patrones de conducta y modelos a repetir, empieza a formar en nosotros  muros mentales respecto a valores morales y tradiciones.  Nos enseñan de manera drástica  “lo bueno y lo malo”, lo que nos conviene seguir y lo que no, de acuerdo a las enseñanzas recibidas.  Nos implantan parámetros extremos que de adultos nos impiden visualizar situaciones desde nuestro propio punto de vista, porque nos han limitado a una visión de “blanco o negro”.  Así,  tenemos implantada  la asociación del blanco como lo bueno, con su simbología de pureza, bondad, perfección, inocencia, etc., y que lo malo es negro, simbolizando la oscuridad, ilegalidad, secreto…


Sin embargo, la vida tendremos que afrontarla tal como es.  Nos presentará situaciones en las cuales nos sentiremos “a oscuras”, donde tendremos que tomar decisiones que no serán totalmente en blanco ni totalmente en negro, porque eso es la vida, un juego de luces y sombras. La vida estará manifestándose ante nosotros con sus matices para obligarnos a crecer, a ejercer nuestro libre albedrío.  Será en esas situaciones cuando para resurgir tendremos que filtrar los conceptos asimilados, como se filtra la luz,  algo que no podremos realizar sin detenernos a analizar, como atenuantes, todas las gamas de grises, atravesando ese negro profundo hasta llegar al destello de la blancura.

Pasar de blanco y negro a color, dejar de ser “recalcitrantes”, abrir nuestra mente a nuevos conceptos de vida,  (científicos, sociales, tecnológicos, etc.), sin perder la esencia de los valores, comprender que no hay que juzgar o proceder escogiendo los extremos aprendidos como única opción,  requiere mucho discernimiento.  La esencia de conceptos ya asimilados, almacenados y clasificados como blanco o negro, son un muro sólido muy difícil de penetrar, necesitaríamos muchas vidas y afrontar muchas situaciones extremas  para derribar esa muralla piedra a piedra, y aun así quedarían los cimientos, las dudas, porque en nuestra mente esos parámetros de vida no se cambian oprimiendo un botón. 

Está comprobado que el color, como los placeres de la vida, envuelve, atrapa, disfraza la realidad.  Es aquí donde se encuentra el reto de vida; en utilizar esa amplia paleta de colores que se nos ofrece sin deslumbrarnos,  tomando  e interiorizando los matices que nos ayuden a separar la realidad de la ficción, tratando de comprender y aceptar los “atenuantes” al filo de lo real, lo correcto. 

Las nuevas generaciones  manejan una amplísima paleta de colores  para mirar la vida, no siempre exitosamente, porque la educación que reciben hoy, es igualmente de mentalidad muy amplia, tal vez con demasiada información, demasiado colorido, carente de principios y valores sólidos. 
  
Siempre tendremos la opción de quedarnos en el blanco y negro, sobre todo a conveniencia propia, para establecer un perímetro de defensa, reforzando ese muro que puede aislarnos del mundo de hoy. 

La vida cambia constantemente, la diferencia generacional nos desafía, pone a prueba nuestra capacidad de evolucionar y ajustarnos al mundo que nos rodea,  nos presenta un colorido, a veces bastante agresivo,  que forzosamente tendremos que aprender a manejar porque  nada en la vida es absolutamente negro ni absolutamente blanco, todo dependerá de la actitud y buena elección de matices que usemos para enfrentarla.


L. CEDEÑO S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario