Desde que
se conoce su historia, monitoreada desde 1989 por biólogos marinos de Estado
Unidos, podemos decir que la ballena solitaria es el ser viviente más triste
del planeta. Navega sola por el Pacífico;
vaga por el mar de California, sube hasta las frías aguas de Alaska y retoma su
travesía, año tras año, cantando su canción en busca de compañía, de un
apareamiento que nunca llegará. Condenada a la soledad, es invisible,
imperceptible, para su especie, porque su llamado al amor no lo sintonizan sus
semejantes, simplemente no vibra en la misma frecuencia. (Ella trasmite su canción de amor en una
frecuencia 52 hertz en lugar de entre 12 a 25 hertz). Algún científico ha presentado
la teoría de que su canto es tan alto porque pueda ser sorda.
¡Cuántas
personas encontramos a diario luchando contra su soledad! Seres valiosos que deambulan por la vida año
tras año, buscando una relación de pareja en los círculos equivocados o con
personas equivocadas, acumulando una serie de experiencias no deseadas, sin
darse cuenta que, como la ballena solitaria, simplemente están “vibrando” en
una frecuencia diferente, que tal vez lo que necesitan es darse una pausa,
navegar por la vida tranquilamente, sin prisas, esperar y escuchar en silencio…
Es muy probable que la pareja ideal esté emitiendo nuestra canción de amor, es
posible que tengamos que contestar en lugar de gritar a todo pulmón nuestro
deseo y necesidad de dar y recibir afecto.
L. CEDEÑO S.