martes, 16 de abril de 2013

SER MADRE - Una Nueva Vida



Como la tierra,  el agua, el universo, la Madre es vida, es sendero de luz hacia la evolución.
 En cualquier escenario en que la mujer se involucre como madre, sea biológica, adoptiva o sustituta, experimentará un cambio drástico en sus sentimientos y rutina de vida.


Especialmente cuando ese nuevo ser es de consanguinidad directa,  cuando ha sido concebido, gestado y traído al mundo a tavés de ella, la mujer lo identificará como suyo, como su propiedad.  Lo cuidará, defenderá y protegerá, como deber y derecho divino.  Para reafirmarle  ese regalo mágico de la maternidad, la naturaleza le ha concedido a la madre ser la proveedora del primer alimento que necesita el recién nacido para subsistir, un ser que, a partir de su nacimiento, dependerá solo de ella.  La mujer, ahora madre, modificará, sacrificará muchos intereses de su vida, porque en su naturaleza, en su interior, alberga ese sentimiento mezcla de amor incondicional, sentido de protección, sacrificio y ternura... El instinto materno. Ese acontecimiento físico y emocional que experimentó la nueva madre la envolverá y obligará a  "Vivir una Nueva Vida".


En la sociedad actual, más que nunca, la madre desempeña varios roles, es  niñera, enfermera, cocinera, maestra/institutriz, compañera de juegos, chofer, psicóloga, (muchas veces madre y padre al tiempo) y sobre todo, vigilante. La madre de hoy, en ocasiones relega a un segundo plano sus ilusiones, su vida profesional  y social y hasta su grácil figura femenina, en favor de la maternidad.   Ser madre es un trabajo, no remunerado, de 24 horas al día,  especialmente en los primeros años de vida, cuando lidiará con las fiebres y todo el proceso de crecimiento del niño, no importa si  se tiene que cumplir con una jornada laboral fuera del hogar.  Será la madre quien se encargue de su educación de hogar y social, de las enseñanzas de las buenas costumbres y modales, (porque la educación de hogar, no se improvisa), complementará la educación escolar que continuará por muchos años más.  La madre siempre verá los hijos como terreno fértil para labrar su futuro mientras convivan bajo el mismo techo, en el seno materno.


En muchas ocasiones aguantará la respiración cuando los hijos le contesten, en esos momentos que creen que ya lo saben todo, o la critiquen al conducir, cuando tendrá que recordarles que ellos eran bebés  cuando ella ya conducía para llevarlos al pediatra. Aguantará la opresión en el pecho cuando de adolescentes ya no conozca sus amigos y empiecen a salir. Peleará contra el sueño, mirando pasar las horas, hasta que lleguen en la madrugada, para entonces hacer creer que está profundamente dormida.


La palabra más cercana para definir  la labor de una madre sería "ABNEGACION".  La madre asume, por amor, de manera natural y desinteresada,  un compromiso de  por vida, sin esperar retribución. Como parte de la vida cotidiana vivirá paralelamente la vida de sus hijos, sufrirá sus frustraciones, penas y fracasos.  Para no mentir, callará, ocultará secretos, justificará y perdonará faltas y tendrá en ocasiones que convertirse en cómplice ante situaciones que simplemente se le salgan de las manos, pero, también disfrutará y compartirá con orgullo sus alegrías,  sus triunfos, sus realizaciones, como si fueran propios.  Para la madre, su gran medalla al mérito, su gran trofeo, su mayor satisfacción de vida será ver sus hijos convertidos en personas de bien, en seres humanos capaces de enfrentar su propia vida.


Como ley de vida, los hijos se emanciparán, harán su tienda aparte y solo restará bendecirlos y orar para que, en la vida que escogieron apliquen algo de las enseñanzas transmitidas, deseando que su camino y el de su descendencia, sea más fácil que aquél que la madre ha tenido que caminar.
   
Algo muy cierto es que, no importa cuánto les enseñes, como los eduques, los hijos siempre darán sorpresas...  harán su voluntad, escogerán su propio camino.   Dice un adagio popular: "Hijo pequeño, preocupación pequeña... Hijo grande preocupación grande".   Otra certeza es que, no importa qué tan adulto sea un hijo, para la madre es su hijo siempre.  Sus sentimientos hacia él serán los mismos siempre; lo protegerá y defenderá, su mundo siempre girará en torno a él,  y siempre elevará una oración pidiendo para él protección y amor, en cualquier lugar donde se encuentre.

BENDICIONES A TODAS LAS MADRES, EN TODO EL MUNDO. ¡GRACIAS POR SU CORAJE, SU NOBLEZA DE ESPIRITU Y ABNEGACION SIN PAR!

L. CEDEÑO S.

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