De todos los
sentimientos que experimenta el ser humano, el rencor puede ser el más dañino
para nuestra salud integral. Una ofensa
o maltrato, una situación generada por
alguien, que nos afecta en un momento determinado, un acontecimiento que nos
causa un enojo, que no se desvanece con
el pasar de las horas o los días, poco a poco se convertirá en un monstruo
oscuro que se alimentará de nuestro malestar interior.
Mientras más
pensemos sobre la persona o situación que nos causa esos sentimientos, más
crecerá el monstruo que hemos creado, sobre todo si lo fortalecemos
comentándolo con otras personas o si
llegamos al punto de justificarlo ante nosotros mismos. Lo más sano, si
sentimos que no podemos manejarlo será, sin lugar a dudas, buscar ayuda
profesional.
La ayuda que
no fallará nunca, la ayuda más eficaz, será nuestra propia ayuda interior, nuestra
liberación interna, que llegará a través del perdón. Es difícil perdonar
ofensas, pero si pensamos que somos la persona perjudicada y deseamos
liberarnos, tendremos que obligarnos a nosotros mismos a “no sentir dolor”, soltar
ese peso interno, olvidarnos de esa persona o personas, ocupando nuestra mente
en actividades y gente positiva, “perdonar”, para sanar, dar gracias por la experiencia… Dejar al
tiempo, a la vida el resultado final.
L. CEDEÑO S.
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