Muchas veces, interactuamos con estas nuevas amistades por empatía, al menos inicialmente, sentimos que danzan a nuestro propio ritmo. La relación de amistad o sentimental, no tiene que ser perfecta pero sí debe basarse, desde el principio, en el respeto, la honorabilidad y la consideración hacia la otra persona.
El tiempo nos mostrará sus acciones, sus verdaderos sentimientos, nos aclarará dudas y entonces, con todo derecho, podremos hacer uso de nuestro libre albedrío y decidir si los erradicamos de nuestra vida, si podemos mantenerlos cordialmente a distancia o si realmente queremos que formen parte de nuestro entorno. Las personas que se quedan serán un invaluable tesoro para cuidar siempre.
Esas personas que pasan, inevitablemente nos dejarán la experiencia, siempre nos dejarán una enseñanza, un aprendizaje. El principal aprendizaje de oro, será que: “Mientras más personas conoces, más selectivo te vuelves”.
Esas personas que se van o “dejamos ir”, si hubiera resentimientos, deben partir en paz, sin rencor de parte nuestra, las bendeciremos, deseándoles lo mejor, porque nos dejan el valioso regalo de valorar cada vez más las virtudes de aquellos que permanecen junto a nosotros, y lo más importante, harán que afloren en nosotros mismos esos valores que nos hacen mejores seres humanos.
L. CEDEÑO S.