martes, 16 de diciembre de 2014

EL AFECTO - y la Ley de Alienación

El afecto, del latín “affectus”,  se define como esa inclinación de cariño hacia alguien o algo. La palabra afecto implica un sentimiento de cariño no tan profundo como el amor porque el amor en sí mismo, ya involucra el afecto, cercanía e intimidad hacia la persona.  Quien ama, también siente afecto.  

El cariño, el afecto, en la relación de pareja, especialmente entre cónyuges, será un pilar fundamental para la estabilidad emocional a través de los años.  Con la pérdida del afecto se habrán perdido ya otros sentimientos, se habrán roto vínculos que sustentan toda relación.

Cuando el afecto del cónyuge se pierde a causa de una tercera persona, cuando surge ese fatal triángulo amoroso que lacera los sentimientos, se convierte en lo que moral y “legalmente” se denomina: “Alienación de afecto”.  Hablando literalmente, existe en varios Estados, en los estados Unidos, una ley que apareció por primera vez en Nueva York, en 1864. (No está vigente en N.Y. en la actualidad). 

Se trata de una ley que muchos consideran no solo obsoleta, sino que también pretende legislar la moralidad;  una antigua ley que  desde 1935 ha venido aboliéndose hasta alcanzar 42 estados, pero que sigue vigente, con mayor o menor fuerza, en varios Estados, como:  Carolina del Norte, Dakota del Sur, Hawaii, Illinois, Mississippi, Nuevo México y especialmente en Utah.

Si todas las parejas, alrededor del mundo, que se sintieran traicionadas, lastimadas emocionalmente por la intromisión en sus vidas de un tercero, estuvieran en condiciones de hacer uso de esta ley, no queremos imaginar el caos.  Pero, si viviéramos en los Estados Unidos, en alguno de esos Estados  antes mencionados, tendríamos la oportunidad por lo menos de acusar a la(s) persona(s) que nos han hecho sentir infelices.

“La Alienación de afecto, en cuanto al matrimonio se refiere, es una acción de responsabilidad civil, presentada por un cónyuge “abandonado” frente a una tercera persona, acusada de ser responsable del fracaso del matrimonio”.

Comprobar que el cónyuge, bajo la influencia de un tercero ha cambiado sus sentimientos, ha cambiado su mentalidad, su personalidad, moralidad o hasta ha perdido su identidad, no es tan sencillo. 

El demandante, tendrá que demostrar en la corte que en el matrimonio existía el amor y que el acusado instigó, sonsacó a su cónyuge y provocó la pérdida del afecto.  Aunque el acusado alegue que su intención no era destruir el matrimonio, este puede ser encontrado responsable por la pérdida de afecto.

Hay precedente de casos muy famosos, donde el afectado ha logrado digamos “resignarse”, aquietar su dignidad y hasta vengarse de sus ofensores por la vía legal, exigiendo reparación de daño moral y emocional, mediante una indemnización económica sustancial.

En casos de demanda por alienación de afecto, los expertos recopilan cuanta información sea posible para confirmar la sustracción de afecto, que no es otra cosa que “infidelidad”, lo cual es muy fácil con la tecnología de hoy.  Anteriormente, se aceptaban como pruebas las facturas de obsequios a las amantes, ciertas actitudes en público, comprobación de encuentros clandestinos, pero sobre todo, alguna nota o carta de amor de puño y letra de la persona acusada.

¿Una ley moralista? todas las leyes pretenden legislar la moral de la sociedad en que vivimos.  ¿Obsoleta?  En algún momento se cumplió con la necesidad de legislar no el afecto sino la situación que provoca la pérdida del mismo por causa de un tercero.

 Algunas leyes cambian con la evolución del ser humano.  Si bien es cierto que en nuestros días la sociedad ve con cierta indiferencia la infidelidad, más cierto aún es que la intimidad entre cónyuges, la mística del universo que crean entre sí,  será siempre demasiado íntima, demasiado sensible y la intromisión de la tercera persona siempre, en todas las épocas, ha sido causa de ruptura,  de sentimiento de traición, falta de confianza, desarmonía, desamor, celos, indignación, frustración, impotencia, infelicidad, dolor…  Podríamos continuar con toda una letanía de sentimientos negativos que matan el amor…
 
Como dicen, “El amor cambia de casa”.  Cuando aparece  quien propicie ese “cambio de casa”, a veces motivado por amor o solo por la pasión o la ambición, quien sustrae el afecto, lo arrebata, se lo apropia, causando la separación de los cónyuges, se da una real y verdadera “Alienación de Afecto”,  con todos los malestares e implicaciones que genera.  En el amor, como en el matrimonio, no hay cabida para una tercera persona. 

Inteligentemente, el matrimonio se institucionalizó en función de dos y, solo dos…  


L. CEDEÑO S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario